Esta mañana, discutiendo con varios amigos sobre las manifestaciones anti-taurinas que se repiten cada año como preludio a los sanfermines (afortunadamente cada vez más nutridas y vistosas), no nos hemos podido poner de acuerdo sobre dónde está el origen del salvajismo que hace que disfrutemos torturando y matando animales. Alguno de mis amigos aludía a alguna clase de instinto. Yo creo que no.
El instinto es un mecanismo biológico, transmitido filogenéticamente (a lo largo de muchas generaciones) y cuyo único fin es el de garantizar la supervivencia de una especie. El único animal capaz de matar por motivos distintos a la supervivencia es el ser humano. (Sin tener en cuenta el resto de acciones humanas que ponen en peligro la continuidad de la vida en el planeta, propiciando un cambio en el clima de consecuencias catastróficas.) Eso no puede ser instinto.
Deberíamos aprender más del resto de los animales. Para empezar, podríamos tomar nota de los que aparecen en el blog Let’s be friends, cuyo instinto les conduce a posar exhibiendo amorosas y tiernas expresiones de afecto. Como los que encabezan este post. (Extrae tus propias conclusiones).
Deja una respuesta