Ayer participamos en una nueva edición de la Masa Crítica, sin embargo, lo que vimos no tuvo nada que ver con el modelo de revolución silenciosa que desde algunos sitios se propone.
Hace unos días, en la lista de Valencia en Bici, se suscitaba el debate sobre si es mejor pasear haciendose notar por las calles (sonando bocinas, lanzando proclamas, utilizando el megáfono) o simplemente circular en silencio (creo, ya lo he dicho, que no puede haber nada más ensordecedor que ver a cientos de bicicletas paseando juntas en silencio por la calle Colón). Lamentablemente, parece que mucha gente que participa en la Masa Crítica, prefiere hacerse notar.
Peor aún, hay gente que se hace notar haciendo gala de malos modales y provocando a los demás vehículos (el paseo de ayer estuvo salpicado de pequeños altercados con conductores). Hasta pudimos ver, atónitos, que algunos participantes circulaban bebiendo y pasándose una litrona. ¿Es esa la imagen que queremos dar?.
Creo que a los que participamos en la Masa Crítica, defendiendo y promoviendo el uso de este estupendo medio de transporte sostenible, no nos interesa en absoluto esta mala imagen. No buscamos que nos odien, sino todo lo contrario: queremos que nos admiren. Los conductores no son nuestros enemigos. La única emoción negativa que se nos permite provocar debiera ser, en todo caso, la envidia sana.
Si queremos convencer a la gente para que aparque su coche y coja la bici, consigamos primero que nos admiren. Seamos de verdad una revolución silenciosa.